(Saga Curvas Maduras 04) Ahora siento la magia by Mary Shepherd

(Saga Curvas Maduras 04) Ahora siento la magia by Mary Shepherd

autor:Mary Shepherd [Shepherd, Mary]
Format: epub
Tags: love_erotica
editor: www.papyrefb2.net


CAPÍTULO 19

DURANTE unos segundos nadie se movió. Phill alzó finalmente la cabeza de las tetas de Megan, asomó su cabeza y miró fijamente a Richard.

—Tenías muchísima razón, son el par de tetas más impresionantes que he visto en mi vida.

Richard rugió. —¡Hijo de puta! Levante de encima de ella. Phill obedeció de manera instantánea. Richard sujetó con firmeza a Megan y se levantó con ella. Cuando estuvieron de pie, él la giró con rapidez. —Arréglate, Megan.

Ella recogió sus bragas del suelo, se las puso y empezó a arreglar su ropa. —Sal ahora mismo de aquí, Phill. Tú y yo vamos a tener una puta conversación muy pronto.

—Oye, yo no tengo la culpa de que os dejarais la puerta sin cerrar. Si en vez de pensar con tu jodida polla hubieras pensado con la otra cabeza, nada de esto hubiera pasado.

Richard lo empujó hasta la puerta. —¿Y el jodido comentario sobre sus tetas? —Te estaba dando la razón.

La sonrisa de Phill fue perversa, muy perversa. La mirada de Richard fue de promesa. De promesa de una muerte lenta y dolorosa.

—Te partiré la boca por ese comentario, imbécil. Le cerró la puerta en las narices.

Cuando se giró vio que Megan ya estaba vestida totalmente pero seguía dándole la espalda, mientras sus hombros se estremecían. —Lo siento cariño, de verdad que lo siento. Phill no sabe meterse la lengua en el culo, pero ten por seguro que yo me encargaré de eso. Los hombros de ella se estremecieron con más violencia. Joder, Phill iba a sufrir mucho, tanto como lágrimas derramara ella por su culpa. De repente la carcajada de Megan resonó en el reservado. —¡Oh Dios! Ha sido... ha sido tan rocambolesco que es para partirse de risa. —¿No te sientes molesta? —Al principio me he sentido avergonzada, pero debes reconocer que ha sido muy cómico.

Él sólo pudo asentir. ¿Cómico? Había sido de todo menos cómico. Se había quedado frustrado.

El gilipollas de Phill la había visto desnuda. Es más, había clavado su cabeza en sus tetas y por si fuera poco había hecho el jodido comentario.

¿Cómico? No. Cómico iba a ser cuando el gilipollas aquel luciera una sonrisa desdentada a tiempo indefinido.

*** Richard la acompañó hasta su casa. —Me gustaría comer contigo mañana, Megan. —¿Comer? —Sí. ¿No puedes?

—Sólo tengo una hora para comer, Richard. Solemos comer en el comedor de la empresa. —Podemos comer en una hamburguesería.

—Está bien.

Cuando la dejó en la puerta de su casa, la tomó suavemente de la barbilla, mientras que con su pulgar acariciaba dulcemente su mandíbula.

—Siento lo de esta noche, Megan. Hasta que el gilipollas de Phill lo ha echado a perder, había sido una noche memorable. —Sí, ha sido maravilloso.

Él se inclinó sobre ella y la besó, al principio con lentitud, pero cuando ella abrió la boca, él se perdió en ella. Volvió de nuevo a beber y a darse un festín con ella.

Él se separó de ella.



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